El corazón es el órgano que mantiene con vida al ser humano. Trabaja las 24 horas del día sin descanso. Durante la noche su ritmo cardiaco baja y se desacelera, mientras que a lo largo del día registra un mayor número de latidos en función de las actividades que realicemos. Cuidar de él es fundamental para gozar de buena salud. Por ello, debemos evitar a toda costa hábitos nocivos como el tabaquismo, además de aprender a canalizar nuestras preocupaciones para reducir el riesgo de afecciones como la pericarditis por estrés.
Enfermedades de base como el hipotiroidismo o la diabetes, suelen favorecer la aparición de arritmias cardiacas y de otras enfermedades cardiovasculares. Pero el estrés y los altos niveles ansiedad también constituyen potenciales factores de riesgo que no debemos desestimar. Así que, si tienes taquicardias constantes, dificultad para respirar, fiebre, fatiga y dolores intensos del lado izquierdo del pecho. Procura programar una cita con el cardiólogo lo más pronto posible.
Las alteraciones en el funcionamiento del corazón pueden comprometer la calidad de vida, pero con un diagnóstico oportuno el pronóstico de tratamiento y de recuperación, resultará mucho más favorable.
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¿En qué consiste la pericarditis?
La pericarditis es la inflamación de la membrana fibrosa de doble capa que envuelve al corazón y que lo protege ante diversas infecciones. Sus principales funciones son mantener al corazón dentro del tórax, actuar como barrera ante los virus y bacterias y evitar que dicho órgano se estire y se llene demasiado de sangre.
Sin embargo, cuando el pericardio se inflama como una respuesta inmunitaria ante amenazas de origen multifactorial. Las dos capas que conforman esta membrana empiezan a rozarse entre sí y esa fricción desata dolores en el pecho. Dolores que, por lo general, se irradian hacia el hombro izquierdo de la persona y que con frecuencia se acentúan al toser, respirar o tragar. Incluso suele volverse más intenso al acostarse boca arriba o de lado.
Se estima que este trastorno tiene una prevalencia de 1% entre la población general. Y de acuerdo con el Servicio de Cardiología de Hospital Quirón de Barcelona, la pericarditis aguda se presenta entre un 2% y un 5% de la población. Además, se considera que un 5% de las personas ingresan a urgencias con dolores torácicos, es por esta causa.
Pese a ello, por ser una enfermedad subdiagnosticada resulta complicado establecer una cifra o porcentaje concluyente. Aunado a ello, se trata de una patología recurrente. Una persona puede curarse de la infección y años más tarde, esta puede volver a aparecer.
Tipos de pericarditis
Dependiendo del tiempo que dure la inflamación del pericardio y de la sucesión de síntomas que presente el paciente. La pericarditis puede clasificarse en al menos cuatro tipos:
Aguda
Es el tipo de pericarditis que se presenta de manera repentina, especialmente tras un suceso desencadenante. Su duración no excede las tres semanas. Sin embargo, se manifiesta mediante un dolor muy parecido al de un ataque cardiaco, por lo que de buenas a primeras resulta difícil diferenciarlos.
Recurrente
Como su nombre lo indica es una variante de la patología que ha sido precedida por una o más inflamaciones previas. Suele prolongarse por cuatro o seis semanas, especialmente después de un episodio de pericarditis aguda y tras pasar un breve periodo asintomático.
Subaguda o incesante
Se trata de la alteración del pericardio que presenta síntomas continuos y, por en ende, tiene una mayor duración que el resto. Así que hace que la inflamación persista por cuatro o seis semanas más. Aunque tampoco excede los seis meses.
Crónica
La pericarditis crónica es una de las tipologías más serias de este trastorno y concordancia con su denominación, es la que se extiende por más tiempo. El tiempo promedio de esta inflamación con frecuencia supera los seis meses. Y a lo largo de ese pero sus síntomas se presentan de manera paulatina.
¿Cuáles son las principales causas de la enfermedad?
Como avanzamos en líneas anteriores, las causas que desencadenan una pericarditis son de origen sumamente diverso. Y pueden estar asociadas tanto a una infección viral como a los efectos secundarios de una enfermedad subyacente. Incluso, en algunos casos, como en los de la pericarditis idiopática, es posible que se desconozca por completo la causa.
Pese a ello, sí que es factible precisar los factores de riesgo más comunes que favorecen la gestación y manifestación de la enfermedad:
Infección viral
Previo a la inflamación de la membrana fibrosa que envuelve al corazón. Quienes sufren de pericarditis suelen experimentar una especie de resfriado, catarro o faringitis. Lo que indica que la infección en sí guarda una estrecha relación con virus. Además, las personas con VIH son más propensas a padecer de este trastorno.
Incluso existe la posibilidad de que surjan infecciones de naturaleza bacteriana, micótica y hasta parasitaria, aunque, por lo general, son menos frecuentes.
Ataque cardiaco grave
Un ataque cardiaco o un infarto al miocardio se produce cuando se reduce severamente el flujo de sangre que llega al corazón. Básicamente por la obstrucción parcial o total de una arteria coronaria. Así después de este episodio es normal que el pericardio quede hinchado. Y esa inflamación se mantendrá por unos días a medida que el cuerpo trate de limpiar el tejido dañado.
De hecho, se estima que los infartos al miocardio son los responsables de entre un 10 y un 15% de los casos de pericarditis aguda. Además, a ello se suma el síndrome postinfarto que, si bien es menos frecuente en la actualidad. Se produce dos semanas o meses después de lesión ocasionada en el corazón.
Enfermedades de base
Algunas patologías como la insuficiencia renal o enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, el lupus y la diabetes mellitus. Al igual que ciertas afecciones inflamatorias del tracto intestinal. También constituyen un potencial factor de riesgo para la emergencia de la pericarditis por estrés.
Ciertos medicamentos
La procainamida, para tratar ritmos cardiacos irregulares, la hidralazina, prescrita para controlar la presión alta y la isoniazida indicada en pacientes con tuberculosis. Así como las dosis de fenitoína, recomendadas para prevenir las convulsiones causadas por la epilepsia. Son un pequeño listado de los fármacos podrían hacer que las capas del pericardio se inflamen.
Traumatismos torácicos
Las lesiones en el tórax ocasionadas por una caída o por accidentes de tránsito en los que se vea afectada la parte superior del cuerpo. Pueden generar un impacto negativo en las distintas estructuras del corazón.
Cáncer y Radioterapia
Sufrir de leucemia, cáncer de mama o cáncer de pulmón y tratamientos como la quimioterapia y la radioterapia para acabar con las células malignas. Tienen como efectos secundarios alteraciones de orden cardiovascular, especialmente un año después de recibir dichas terapias.
¿Qué complicaciones puede ocasionar una pericarditis?
Lo más habitual es que la pericarditis mejore y desaparezca por si sola. Sin embargo, no todos los cuerpos reaccionan de la misma manera. Y en algunos casos la inflamación de esta zona del corazón puede prolongarse por más tiempo del que debería e incluso manifestarse acompañada con un derrame de líquido.
En ese orden, las complicaciones más comunes que pueden presentarse ante el desarrollo de dicho trastorno son las siguientes:
Pericarditis constrictiva
Consiste en el engrosamiento, la cicatrización y el endurecimiento del pericardio y tienen una mayor probabilidad de desarrollarla quienes sufren de pericarditis crónica y recurrente. Sus síntomas más notables son la hinchazón de las piernas y el abdomen, así como los problemas respiratorios.
Derrame pericárdico
Cuando se registra una acumulación anómala de líquido entre las dos capas que conforman la membrana fibrosa que envuelve el corazón. Es posible hablar de un derrame pericárdico. Esta afección le impide al corazón bombear la sangre correctamente y dependiendo de la cantidad de líquido puede producir el engrosamiento del pericardio.
Taponamiento cardiaco
Se trata de una consecuencia de la compresión del corazón provocada por el derrame pericárdico. Este taponamiento puede ser agudo o crónico y lo más habitual es que vaya acompañado con problemas respiratorios y con eventuales dolores en el tórax.
¿Cuál es el tratamiento indicado ante esta afección?
Llegados hasta este punto es pertinente aclarar que el estrés en sí mismo no causa pericarditis. Pero sí que guarda una estrecha relación con el riesgo de infarto al miocardio. Y este último, constituye uno de los principales factores desencadenantes de la inflamación del saco que rodea y protege al corazón. Así que lo mejor es mantener esos niveles a raya con la práctica de alguna actividad física o haciendo algunos cambios en nuestro estilo de vida.
De resto, siempre que se diagnostique de forma temprana, el pronóstico de recuperación de una pericarditis, es muy bueno. El tratamiento indicado y más apropiado en estos casos, estará sujeto a la causa u origen del problema. Por tanto, si se padece de diabetes o de hipertiroidismo lo principal será garantizar el control de dichas enfermedades. Para que luego el cardiólogo pueda ocuparse de que todo lo concerniente al corazón esté en orden.
La mayoría de los casos de pericarditis son de leves a moderados y mejoran sin mayores tratamientos. Sin embargo, para aliviar el dolor y reducir la inflamación del pericardio, el especialista podría aconsejar reposo y la toma de algunos antiinflamatorios. Mientras que, en los cuadros más graves, si se requerirá la administración de fármacos por al menos dos o tres semanas. Incluso, se podría contemplar el ingreso hospitalario.
En todo caso, apenas notes dolores inusuales en el pecho o síntomas irregulares en tu frecuencia cardiaca. No dudes en solicitar la valoración exhaustiva y personalizada de un profesional.
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